Tengo rato hablando con papás, intentando conocer su secreto de cómo lograron que su hijo fuera resiliente con respecto a la Diabetes tipo 1. Parece tonto y trillado pero realmente es efectivo y necesario… la frase: “tú puedes”.
Y sí, y mil veces sí. Los padres somos responsables de que nuestros hijos sean resilientes. Somos su figura significativa, y si no hay padres entonces hay un abuelo, un tío, una madrina, pero alguien marca la vida de un niño.
Cuando esa figura significativa decide o sencillamente es positiva, pues las puertas y caminos de ese niño se abren, y es una realidad que podemos comprobar día a día.
Impactar de manera positiva en la autoestima de tu hijo es un trabajo sencillo si sientes amor profundo por él o ella. Decirle: ¡qué guapo te ves! ¡qué inteligente eres!, wow, son frases tan importantes para ellos sobre todo en edades tempranas.
Ojalá todos lo tuviéramos claro como padres, que un: “estás gorda”, “qué fea eres”, Uy, hunden a un niño en un pozo hondo, y es que en esa edad es donde se generan las creencias y si las creencias son limitantes, pues costará un montón transformarlas (Si se puede, pero implica un trabajo personal muy importante y profundo).
Por ejemplo: si le dices a una niña que está gorda y fea, complicado que de adulta se sienta una mujer atractiva, y al no sentirse atractiva, su pareja, si es que la llega a tener, la querrá poquito, tan poquito como se quiere ella así misma.
Y toda esta triste historia se inició con un: “estás gorda y fea”, expresado muchas veces por esa figura significativa a la que el niño le depositó su fe y su confianza.
No dejemos entonces de decirle a nuestros hijos: Tú puedes. Que sus creencias sean positivas, que se crean capaces de cumplir sus sueños. Que consigan en nosotros sus más fieles colaboradores en su camino, que no seamos nunca un obstáculo.
Repito, somos vitales en la autoimagen de nuestros pequeños. Que siempre consigan en nosotros un: “Tú puedes”, que seamos los presidentes de su club de fans. Serán imparables con esa simple frase, claro, si proviene desde el corazón.
Por: Martha Palma Troconis
Comments